- Por cierto: hace poco alguien me dijo que en tiempos usted fue anarquista...
- Lo fui y lo soy. A ese respecto no he cambiado. Soy anarquista.
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Por anarquismo entiendo aquella doctrina social extrema que proclama que no ha de haber entre los hombres mas diferencias o desigualdades que las puramente naturales, y que no han de pesar sobre los hombres penas y males distintos a aquellos que Naturaleza reparte...
La abolición, pues, de todas las castas, de la aristocracia, del dinero, de todas las convenciones sociales que promueven la desigualdad. La abolición, también, de todas las desigualdades sociales que se oponen a la Naturaleza: las patrias, las religiones, el matrimonio...
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- Intenté dilucidar cuál era la primera, la más importante de las ficciones sociales. Sería esa la que debería, antes que ninguna otra, intentar subyugar, intentar reducir a la inactividad. La más importante, al menos en nuestro tiempo, es el dinero. ¿Cómo subyugar al dinero, o más precisamente, a la fuerza, la tiranía del dinero?...
...Lo más simple era apartarme de la esfera de su influencia, es decir, de la civilización; irme al campo a comer raíces y beber agua de los manantiales, andar desnudo y vivir como un animal. Pero eso, aunque no entrañase la menor dificultad, no era combatir las ficciones sociales; ni siquiera era combatir: era huir... ¿Cómo subyugar al dinero combatiéndolo?... Sólo de un modo - adquiriéndolo, adquiriéndolo en cantidad suficiente como para no sufrir su influencia; y cuanto mayor fuera la cantidad en que lo adquiriese, más libre estaría de su influencia...
O banqueiro anarquista, 1922.
Merci Raul.
Merci Raul.
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